A A. C.
Los encuentros fortuitos con algunos textos son manantial inagotable de alegrías, más aún cuando estos textos hacen parte de un corpus impuesto por variadas circunstancias, para este caso, por las lecturas de una materia con un nombre sugerente y seductor: “Hermenéutica del sujeto literario”. La constelación hallada ha dejado a su paso nombres como Barthes, Said, Foucault, y, el más reciente, Montaigne.
A propósito de la cita, toda la importancia se sustenta en el artilugio de este francés renacentista para concebir la escritura, primero, como la identidad de su propio yo, un yo que renuncia a encabalgamientos provocados por los códigos que impone la sociedad a los ciudadanos y que se designa a sí mismo con su propio nombre: Michel de Montaigne, y segundo, como una escritura que no se cristaliza, que no busca ser su principio y fin, sino solo el pre-texto, la iniciación del lector.
Recomendado: Ensayos, de Michel de Montaigne.
Bogotá, 2010.