martes, 2 de marzo de 2010

A tu lado, Camila





En el mismo camino que me traza la línea de Solodkow, leo un texto sobre Rosas con leves interrupciones de navegación en Internet. Una de estas digresiones me lleva hasta la directora de cine, feminista y guionista argentina María Luisa Bemberg (1922-1995), perteneciente (además de todo) al barril fundador de la famosa cervecería Quilmes, quien en 1984 estrenó una película, candidata al Oscar a mejor película extranjera, titulada Camila. En la línea que trazan las denominaciones de lo marginal y de la exclusión, la inserción explícita del nombre femenino diluye toda duda en cuanto a la orientación y preferencias ideológicas de la autora. La elección de la biografía femenina como material fértil de la cristalización estética en la imagen cinematográfica es el segundo paso del recorrido; más aún cuando la protagonista es una mujer de la élite argentina, Camila O’Gorman, librepensadora, en la época del “Restaurador”, Juan Manuel de Rosas, que sin reparo alguno acalla la voz de la razón para dar paso al caballo desbocado de la pasión carnal por Ladislao Gutiérrez, sacerdote recién llegado a la iglesia del Socorro. La adopción de lo marginal, elevado a su máxima potencia mediante la trasgresión de la ley dictada por el régimen colorado y su punzón restaurador, es entonces la única salida para enfrentar el orden impuesto y es la puesta en escena, a manera de sombra proyectada en la tela blanca, del “cuarto propio” de Virginia Woolf que se inserta, al final, en la tradición tanática de la muerte como solución y reencuentro.

Bogotá, 2010

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