domingo, 1 de noviembre de 2009

Narrar lo inenanarrable

Al concluir la lectura de Cada día después de la noche, novela ganadora del XIII Concurso de Novela “Aniversario Ciudad de Pereira”, 1996, de Jairo Restrepo Galeano, pienso los modos en que se hace posible dar cuenta de la imposibilidad de narrar una experiencia traumática, en este caso la tragedia de Armero. Walter Benjamin habla del silencio de los soldados al volver de la guerra. La solución planteada en la novela de Restrepo Galeano se asegura en una escritura que atraviesa de aire las ideas, convirtiéndolas en sentencias, epílogos, de acuerdo a la procedencia de la imagen: unas veces la carne y otras la memoria. La fragmentación supera el campo que sugieren las frases cortas, cuenta gotas de la voz testimonial que da cuenta del desastre, y troncha en dos la experiencia lectora: Armero y Cartagena. Ante la imposibilidad de unión entre los dos espacios físicos, queda el trazado de un puente que va desde las experiencias sexuales (en el tono de la conocida balada de la posesión y la penetración) hasta la enfermedad del cuerpo. Demasiada carne, para mí, y poco vino para pasar el sabor.

Bogotá, 2009.

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