martes, 25 de agosto de 2009

Las definiciones del género



A raíz de una conversación presenciada el día de hoy, como sobremesa, pienso en la definición de la novela, sobre la conveniencia de los límites cuando de lo inabarcable se trata. La novela propone la eterna transformación. Pensar en la anti-novela implica que se asume la cristalización de una definición que opere como punto de partida y, desde esa fabricación de certeza, empieza el error. Las novelas, cuando son buenas, cuando superan la prueba del devenir temporal, encierran la transgresión de la tradición de su género. Entonces, todas adoptan como motor de su génesis la ruptura con lo anterior y, por ende, se presentan como «anti». Debo recordar que pienso así cuando pienso en buenas novelas a lo largo de la historia de la literatura. Es posible que así lo hayan pensado, en su momento, Joyce, Beckett, Woolf, Fernández (Macedonio), Cortázar, Bellatín, Aira o algunos de nuestros escritores colombianos actuales.

A mi modo de ver el término anti-novela implica, antes que la aclaración de una definición de novela, la delimitación de un segmento temporal que permita establecer la dinámica de tradición y ruptura que se quiere proponer.

Bogotá, 2009

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