miércoles, 12 de agosto de 2009

Sobre la mala educación

La infancia es un pasto verde y lozano que algunos se encargan de cerrar y parcelar con mojones y alambre de lo que es la buena y la mala educación. Si bien a mí no me tocó, como a mis padres, saborear los dictámenes de la Urbanidad de Carreño, si me explicaron las monjas –de forma clara y poco pedagógica- de qué se trataban las buenas y las malas costumbres. Ahora, ya cuando creo que este asunto es una etapa superada (con secuelas, pero superada), llega a mí una novela de Pedro Badrán titulada Un cadáver en la mesa es mala educación.

Conocí a Badrán con la excusa de mi proyecto sobre literatura colombiana contemporánea y recibí de sus manos El día de la mudanza. Recuerdo haberla leído con fruición y muy buen apetito porque soy afín a esa poética del espacio cuando se encuentra, en una esquina, con el paso del tiempo. Ahora, que leo esta otra novela, escrita en el 2003 y publicada por Ediciones B en el 2006, extraño al Badrán que encontré una vez en una escalera y que me contó que estaba próximo a viajar a París con una beca de la alcadía de esa ciudad para escribir una novela que después sería Un cadáver en la mesa es mala educación. El juego de espejos funciona, más ahora, cuando nuestra imagen se desdibuja y nos buscamos en la escritura, con desespero, devorando cada letra y palabra, sin dejar que cada sabor impregne nuestra lengua. La historia, Made in Colombia, es la de un periodista que cubre la muerte de un colega y compañero, Alcibíades Salazar, que aparece muerto en su casa en extrañas circunstancias. Podría, si me lo propusiera, dar cuenta de la novela con el abanico de palabras que periodistas y medios han constituido como bandera de la expresión: presunto, asesino, implicado, corrupción, pero no es ese el caso, ni este el momento. El caso es dejar constancia de mi extrañeza con Pedro y buscarlo porque, entre la experimentación que aduce la inserción de notas que quieren parecer recortes de periódico y los párrafos que se abrazan a la cursiva como medio para denunciar el relato dentro del relato, lo único que me queda es el sabor de que esta es una novela negra con un destino más oscuro que su intención.

Bogotá, 2009

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